No somos superhéroes, ni poseemos poderes mágicos, ni tan siquiera nos acercamos a la receta perfecta, ni tenemos la respuesta para todo.
Solo somos docentes, meros docentes.
Docentes que, cada día, pasamos muchas horas conviviendo con niños y adolescentes y, durante esa convivencia, intentamos enseñar y educar a nuestro alumnado. Pero lo hacemos con todo.
Lo hacemos con el alma, porque sabemos que, antes que lo académico, está lo personal, porque trabajamos con personas que buscan su sitio en el mundo, que quieren comprender y entender lo que ocurre a su alrededor, que no saben muchas veces cómo decirnos las cosas, que, en ocasiones, encuentran en la escuela el sitio donde confiar aquello que no son capaces de confiar en casa, porque es entonces cuando la escuela se puede convertir en salvavidas, en esperanza, en futuro. Porque esto va de asignaturas y de notas, pero antes, va de personas.
Lo hacemos con nuestra profesionalidad por bandera, dentro y fuera del aula, porque en el aula lo damos todo por ellos, porque fuera del aula dedicamos horas y horas, incluso de nuestro tiempo de descanso, fines de semana o vacaciones, a investigar, estudiar, formarnos y preparar actividades, apuntes, infografías, blogs, vídeos e infinidad de recursos para ofrecer a nuestro alumnado la mejor y más completa educación posible, actualizada y contextualizada a su mundo, a sus intereses, a su realidad. Horas invisibles que solo nosotros conocemos. Pero es que todo nos sabe a poco si es por ellos, y siempre buscamos ir un paso más allá, porque nuestro motor, el que nos impulsa a seguir creciendo como docentes, está en clase cada día.
Lo hacemos con el corazón, porque los niños, cuando entran en clase, lo hacen con todo, con sus alegrías y sus penas, con sus miedos e incertidumbres, con su mochila bien cargada de emociones. Porque sabemos que podemos ayudar, y mucho, con un simple gesto, con un mínimo detalle. A veces es suficiente con parar un momento y escuchar. Porque un niño necesita saber que le escuchamos, que le entendemos, que estamos a su lado. Porque un niño necesita poder expresarse, un niño necesita momentos y espacios para que su corazón hable. Porque cuando el corazón habla, sabemos que es capaz de todo. Y en un aula llena de niños el corazón habla mucho, y muy fuerte. Y así debe ser.
Lo hacemos con el máximo de los respetos. El inmenso respeto que tenemos a nuestro alumnado, porque no hay mayor reto que intentar cada día estar a su altura. Porque somos conscientes de la enorme responsabilidad que conlleva nuestra profesión, responsabilidad que pesa, y mucho, pero que asumimos con orgullo, sin dudar. Porque sabemos que el esfuerzo por llegar a la meta bien merece la pena.
Lo hacemos con tiempo. Dedicando gran parte de nuestra vida a los niños, porque es una profesión exigente, que no permite relajación, que exprime, pero preciosa y enriquecedora, una profesión que nos llena, que nos gusta, porque sabemos que no existe misión más bonita y apasionante, porque ellos son el presente, pero también son el futuro. Lo hacemos respetando los tiempos de cada uno, porque a veces solo es cuestión de esperar un poco, porque la paciencia es nuestro ingrediente mágico. Lo hacemos parando el tiempo, permitiendo que los niños puedan seguir siendo niños, que puede parecer una tontería, pero que es todo un lujo en los tiempos que corren.
Lo hacemos en equipo. Porque un docente, por sí solo, puede conseguir mucho, pero en equipo se consigue mucho más. Hacemos equipo con nuestros compañeros y compañeras, con los que compartimos el día a día, los buenos momentos, y también los amargos. Un equipo que te levanta cuando caes, que te ilumina los días más oscuros, que te apoya y te ayuda a crecer. Hacemos equipo con las familias de nuestro alumnado, que nos confían a nosotros, los docentes, su mayor tesoro. Porque compartimos la educación de sus hijos, porque juntos, en equipo, luchamos por ofrecerles un futuro digno. Hacemos equipo con nuestro alumnado, pues son con los que pasamos más horas al día, los protagonistas de nuestros proyectos, de nuestras actividades, de nuestras explicaciones, son el centro de todo este increíble movimiento, porque todo lo que hacemos, lo hacemos por ellos. Hacemos equipo con muchas personas, tantas que sería imposible nombrarlas a todas, porque la comunidad educativa es muy grande, porque la educación es cosa de todos.
Y, sobre todo, lo hacemos contigo, siempre contigo. Gracias por ser parte del equipo.
Te deseo un feliz curso 2021-2022.
Ramón Rodríguez Galán @Profe_RamonRG
#soyMaestro